DIA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACION DE LA DISCRIMINACION RACIAL

Cuando en su día me propuse este blog, lo hacía cansado por encontrar siempre las mismas posiciones clónicas a la hora de afrontar la extranjería. Años escuchando lo mismo, tanto en negativo como en positivo, me hacia pensar desde una perspectiva más intuitiva que reflexionada, que el mensaje, o mejor dicho los mensajes, estaban caducos y fuera de una realidad que progresivamente iba evolucionando.

Hoy vuelvo obligadamente a esa reflexión. En muchas ciudades, al menos así es en la mía, Zaragoza, se repetiran similares actos, con pequeñas variaciones, se diran similares discursos y se regalarán los oídos con idénticas palabras. Esta vez, hoy, con motivo del Día Internacional contra el Racismo. Otro día el motivo será otro.

Se hablara de prevención, se hablará de educación, se hablará de denunciar y se hablará de esa entelequia que es la intercultularidad. Pero se hablará poco o nada, de lo que yo entiendo que es verdaderamente importante. El cambio.

Las sociedades y culturas son resistentes al cambio, siempre ha sido así, pero me centro en el momento actual; ese cambio ha de producirse y conducirse. Un cambio verdadero, no un cambio para no cambiar nada, en la construcción de una nueva ciudadanía. Si verdaderamente estuvieramos en ese proceso de construcción de una nueva ciudadanía, con la participación de todos, el racismo sería definitivamente superado. No hay otro remedio efectivo y eficaz contra ello. Solo ese. Construir una nueva ciudadanía.

Europa lleva años, décadas, hablando de ese proceso de construcción, insuficiente, pues ha tendido a dejar de lado en el mismo a muchos ciudadanos europeos, que quizás no tengan ese título, pero lo son de facto. Los extranjeros. Pero realmente, Europa, no está construyendo esa ciudadanía europea. Ni siquiera para los "privilegiados" que ostentamos tal título por derecho (nacionalidad de integrante UE). En estos momentos es manifiesto que la construcción de la ciudadanía europea es una farsa, que nunca ha existido tal voluntad y que los intereses a proteger son muy distintos. Incluso se ha superado la denominación de "Europa de los mercaderes". Podríamos hablar de la Europa de los especuladores. Pero voy más allá. Europa no existe. Estamos en la AntiEuropa.

Hoy más que nunca, hay que reivindicar ese proceso de construcción de ciudadanía europea, sin excluir a nadie, contando con todos sus habitantes, sean autóctonos o extranjeros. Nos jugamos mucho. Todos.

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